viernes, 10 de agosto de 2007

El fin del conflicto

Somos uno
Una historia corta o el sueño.


El sueño me abrumo. Después de un largo y pesado lunes de inicio de quincena, logre
poner mi cabeza en la almohada. Como todas las noches, enciendo el televisor para que sus destellantes colores y sus chillantes sonidos me arrullen para dormir, son arrullos muy diferentes a los que me cantaba mi madre cuando era niño, eran otros tiempos, era otro mundo. Mi cansado dedo índice aprieta poco a poco el botón de la flecha que marca hacia arriba para que pasen los canales. 3 segundos máximo por canal, suficiente tiempo para darme cuenta que si lo que hay es basura o alguna otra basura más elegante. Nada. Mi dedo y mi paciencia llegan hasta los canales más altos. No hay nada un lunes por la noche, solo reality, comedias baratas, novelas violentas y dramas sin nada de drama. Las noticias. Me detengo un momento a observar el estado del mundo, aunque no hay que tener un monitor delante para darse cuenta de cómo está la cosa. Recién, dos horas atrás, había presenciado un ataque de un hombre contra su pareja dentro de un lujoso BMW, un atropello a un niño en bicicleta, un desmayo de un anciano sin que nadie lo ayudase y un violento choque de autos. Por suerte fue menos peor que ayer, ayer vi a alguien morir.

Las noticias se diluyen con colores rojos sangre, verdes y naranjas. Para mí son solo un montón de colores. De repente, el canal se va a un grisáceo hormigueo de interrupción de programación. Maldito cable!, lo habían pagado la semana pasada y funcionaba 3 de cada 7 días. No había caso, había avisado al casero 50 mil veces para reportarlo pero al muy desgraciado no le importaba: "Cable incluido", decía el anuncio cuando rente este cuartucho de porquería: cuatro paredes más o menos pintadas con una mesa de comedor de solo una silla. De fijo, solo un solitario suicida alquilaría un cuarto como este, alguien que no necesita más de una silla para patearla antes de guindarse del techo resquebrajado. El casero nunca se molesto en comprar más muebles. El cuarto está al lado de la azotea, en el quinto piso del multifamiliar o edificio de bien social. Los vecinos son buenas personas al menos, con muchas necesidades pero con mucha esperanza para vivir. Raro para estas alturas de la vida en el mundo.

El hormigueo continúa, escucho a lo lejos una cimarrona de turno con sus trompetas alegres y chillantes. Miro el calendario para ver que se celebra: 13 de Marzo del 2018 "San Jorge de las animas del purgatorio de Silas". O sea, ni mierda. Que yo me acordase no había turno ni fiestas cerca. Mi cansancio me agobia y me da chicha saber que no podre dormir por el escándalo ese. Con rabia me levanto y abro la puerta que da precisamente con la de la azotea, pero antes de poner un pie afuera la luz grisácea del televisor cambia a unos relampagueantes y bulliciosos fuegos artificiales, como los que se miran los 31 de diciembre de cada año. Detengo mi furia contra la cimarrona por un segundo, para mirar la celebración mostrada en la Tele. Es CNN. "Alguna fiesta en el quinto del carajo ya no saben cómo rellenar programación"...me digo mientras paso de canal. Dos, tres, cuatro, quince, veinte canales paso y todos con la misma transmisión. La piel se me pone de gallina. "Que mierda?, ya se jodió peor esta carajada"...sigo avanzando por todos los canales frustrado ante tanta felicidad junta. Afuera, la cimarrona y unos alegres canticos se acercan cada vez más. Me asusto. Me aterro. Me siento en el suelo a mirar más detenidamente alguna señal de información a parte de las bombetas multicolores y las tomas de millones de personas en las calles tomadas de las manos, abrazados y llorando alegremente. Una nota aparece delante de las tomas y me da el primer indicio, dice: "El fin del conflicto, ya somos todos uno mismo". Frunzo el ceño lleno de desconfianza. Algún truco publicitario de la maldita compañía de cable de pacotilla, algún complot mercadológico seguro. Sigo pasado de canales y me detengo en uno. Un canal nacional transmite una gran celebración en el centro de la ciudad, detrás de los reporteros miles de personas brincan, lloran, se abrazan y ríen en un éxtasis colectivo bastante contagiante, debo admitir. Al momento de que los reporteros logran controlar su propia algarabía, uno de ellos comenta: "Marquen bien este día histórico en su calendario, 13 de Marzo, el día en que el mundo se olvido del conflicto bélico. Día en que una cadena gigantesca de buenas noticias han desencadenado el júbilo en todas las calles de todos los países del mundo. Tenemos noticias de millones de personas en ciudades tan lejanas como Reikiavik, Lusaka, Katmandú, Damasco y muchas otras que se han unido a la celebración masiva más grande que nunca haya conocido el hombre....dfhadh, adhadhh dhfadfh dfhhadf dhdfhdf 3y yqy tut.....", deje de escuchar por un momento, creo que desmaye y al rato volví en sí. Qué rayos paso? Paso otro canal para ver más datos y me detengo en un canal chileno. Los chilenos, en pleno Santiago, tirados a la calle, y en el estudio central del noticiero, los reporteros de besan y se abrazan mientras descorchan botellas de vino con todo y camarógrafos. Uno de ellos, el que esta posiblemente más cuerdo, comienza a dar datos que recién "entran a la redacción", como dicen ellos. Lo que escucho me deja frio: "Los países del mundo celebran hoy, el mejor día que la tierra haya podido ver jamás. Ni el sol ni la luna han sido nunca participes de eventos tan dramáticos como los que hoy han sucedido en esta parte del universo. Se reportan que los conflictos armados han terminado en todo el mundo, los musulmanes y los judíos se han estrechado la mano y ahora bailan sin cesar frente una gran fogata de armas. Se ha encontrado la cura para el SIDA y para el Cáncer. No más muertes por estos males. Los tratados comerciales entre los países han sido modificados para beneficiar a los más pobres. Las potencias mundiales han donado miles de millones de euros a los pueblos más desprotegidos, sacándolos en una sola noche del tercer mundo, miles de africanos, chinos y latinoamericanos se han lanzados sobre montañas de comida y vestido, bailan sus ritmos tradicionales. El calentamiento global ya no es un problema, se ha reportado que todos los huracanes tanto en el atlántico como en el pacifico ha desaparecido. Es una gigantesca reacción en cadena. Los icebergs de los polos han vuelto a congelarse y se han visto a osos polares alimentarse a sus anchas, como no se veía en muchos años. El bosque tropical ha vuelto a reverdecer. Las religiones han desaparecido y ahora es solo una, grande y gigantesca, y sus canticos de gloria que se escuchan en todos los rincones del planeta es el mismo: "...Finalmente, somos iguales, somos los mismos, somos uno..."

Deje de escuchar nuevamente y como loco, casi chingo, salí a la azotea de mi edificio a ver la celebración de mi localidad. Al llegar ahí, veo como la gran ciudad se ilumina con gigantescos y majestuosos fuegos artificiales y casi puedo jurar que la noche estaba tan iluminada y clara, que a lo lejos, hacia el norte, vi la celebración en Managua, Nicaragua. Es grandioso. La música que entonan las cimarronas son gloriosas melodías para el alma. La felicidad que siento es inmensa, indescriptible. No más sufrimiento en el mundo. Este es el paraíso. Mientras rio y lloro con mis brazos abierto y extendidos hacia el cielo, doy gracias a Dios por darme la oportunidad de ver este momento del mundo y pienso en los miles de millones de personas que murieron luchando por este día, torturados, calcinados, baleados, desangrados. Ya no más! Nunca más! Somos hermanos, somos uno mismo!.
Bailo, canto y rio. Solo en mi azotea mientras debajo de mis pies la gente se besa, se abraza, hacen el amor, de verdad hacen el amor. Que belleza. Mis pies se sienten vivos por primera vez en mucho tiempo, correr por mis manos siento la sangre viva y me da unas ganas inmensas de vivir. No mas opresión, es hora de dar y dar sin necesidad de recibir, por fin, el mundo se había dado cuenta. Qué hermoso vivir.

De repente oigo que alguien toca a mi puerta. A lo lejos, fuerte, cada vez más fuerte. Yo sigo danzando, llorando y gritando. Me vuelvo a desmayar.... El sonido de la puerta vuelve a sucumbir mis pensamientos de júbilo. Me despierto. Estoy en mi cama con el control remoto en mi mano, miro el TV, el hormigueo grisáceo sigue ahí. La puerta sigue sonando. Me levanto rápido y me pongo mis bóxers para abrir. Tímidamente, abro la puerta. Es mi casero. "Ya esta aquí la gente del cable, para ver si me dejas de estar jorobando". Lo miro fijamente por un momento. No respondo. "Cesar?”, no respondo. El me mira extrañado. De repente comienzo a gritar y a brincar como loco por todo el cuartucho. El hombre se queda atónito ante mi alocada reacción sin entender. Me le planto frente a él, lo agarro de los cachetes y le planto un beso en la cabeza y comienzo a reír. Al ver mi reacción, se queda pasmado, pero luego contagiado por mi loquera, se echa a reír a carcajada limpia. Al igual que yo, comienza a bailar, cantar, gritar y llorar. Sin razón aparente. Solo un sueño hermoso y alocado de un día lunes común y corriente del mes de Marzo del 2018. Sera el día en que todos soñemos juntos y logremos abrazarnos y besarnos sin tener que dar explicación. Fue un sueño, pero ese mundo EXISTE. Es posible.

Cesar D.

1 comentario:

wílliam venegas segura dijo...

César: gracias por invitarme a leer este relato. Lo siento bien estructurado con un tema digno de lanzarse desde un blog y con el optimismo necesario de tu parte (el mío no lo es tanto, ¿será un pretexto de mi parte para luchar mucho menos que antes?). Creo que debieras arriesgar más con figuras literarias, para evitar el estilo llano del texto, pero ya irás encontrando ese filón vos solito. Sobre el tema de su relato, les recomiendo a ustedes (los Delgado) que vayan a ver el trabajo que presenta Hernán Jiménez en El Observatorio (al frente del cine Magaly), los domingos a las 8 de la noche. Vas a coincidir al respecto con Hernán. Gracias de nuevo.